Es reír, es llorar, es que se te pongan los pelos de punta, que con tan sólo oír una melodía se te cambie de lugar hasta la última parte de tu cuerpo. Es escalofríos, lágrimas, sonrisas, recuerdos, personas, frases, ganas, momentos, lamentos, estremecimientos, nostalgia, más recuerdos, más sonrisas, y también, más lágrimas.
Es necesitar escucharla tan alto para no escucharte a ti mismo o para no escuchar al resto del mundo que nada es suficiente, que dan igual los decibelios, nada puede calmar la rabia que tienes dentro. Es escucharla dentro de la cama en pleno invierno, a un volumen que ni tú escuchas. Es capaz de tenerte llorando durante horas, o de hacerte ser feliz aún sin tener nada por lo que serlo. Es ganas de derribar el mundo, de destrozarlo, o de comértelo de un bocado.
Es algo que consigue cambiar cada sentimiento de tu cuerpo.
Es incluso cadencias en las que tú mismo piensas que vas a morir a veces. Es como un enchufe de corriente indispensable, es adictiva. Es esencial, insustituible, una prioridad, una vitalidad más. Es todas esas cosas que se piensan y se sienten pero no se pueden decir con palabras, porque ninguna es lo suficientemente bonita o amplia. Es todo lo que está dentro, lo que te toca la fibra hasta descolocarte y desmontarte de arriba abajo sin piedad, sin pudor. Es pura magia que se vive dentro y que no se explica con palabras.
Preciosa definición de música Nuria. Me ha encantado leerla. Enhorabuena
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